Hasta hace algunos años, un amigo mío solía trabajar hasta tarde en un local ubicado por la zona más transitada de la ciudad. Su jornada laboral finalizaba a la hora de la cena, y al vivir muy lejos, tendía a volver a su casa a altas horas de la noche (por no decir, a la madrugada).
Una noche, mientras caminaba por las MUY tranquilas calles de su barrio luego de un día bastante ajetreado en el trabajo, se le aparece de la nada un hombre. Estaba nervioso, agresivo, algo loco y sobretodo, apurado.
- Dale, pibe, ¡dame todo, loco!¡Dame la plata, el celular, todo!- exclama mientras se la pasa mirando a todos lados. Mi amigo, es prudente, y comienza a cooperar (reprimiendo sus ganas de saltarle encima) , pero busca las cosas con lentitud.El hombre se desespera y al ver que mi amigo tarda demasiado, ordena:
- Loco, ¡dale!¡¡Bueno, dejá!!¡¡Dame el celular entonces!
-No tengo celular- replica mi amigo con calma (conste que cuando sucedió, el uso de celulares no era TAN pero TAN masivo como lo es hoy en día).
-Bueno pendejo,¡dame ese reloj!- insiste el ladrón.
-¿Este reloj?-pregunta sorprendido mi amigo, mientras se lo muestra de cerca sin quitárselo de la muñeca.-Pero es feo*
El ladrón observa de cerca el objeto, mira a mi amigo y entre risas exclama: "¡¡Tenés razón pibe, es horrible!!"
Inmediatamente, aparece un segundo hombre, cómplice del primero, que amenaza a mi amigo por la espalda y le exige que le entregue todo. A lo que el primer ladrón lo interrumpe, lo separa del asaltado, le da unas palmadas en la espalda (a mi amigo) y dice: "Dejalo tranquilo a mi amigo, que tiene un reloj horrendo"- le asegura a su compañero riéndose. El primer hombre se despide, y los dos ladrones se escapan corriendo.Y así tan rápido como llegaron, se fueron.
*(El reloj no es tan feo como lo hacen parecer. Y si bien se nota que tiene un gran valor emocional/anecdótico, carece de valor en el mercado).

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